La adolescencia es un proceso de separación

La adolescencia es un proceso de separaciónDiferenciación o individualización, que así se denomina técnicamente, es el proceso fundamental que a nivel personal, familiar y social se da en la adolescencia. El paso intermedio de la vida infantil a la vida adulta.

Un proceso que, si resulta exitoso, ayudará al adolescente a que desarrolle una identidad funcional que le permita salir al mundo y manejarse en él adecuadamente. Factores de diferente índole van a aumentar o disminuir las probabilidades de alcanzar este objetivo.

Desde el adolescente, muy resumidamente, hay dos formas básicas de separación; desde la responsabilidad o desde la confrontación. La crianza y educación previa a la adolescencia puede ser un aspecto determinante para que el adolescente opte por una u otra forma, de ahí la importancia de este trabajo previo.

Hay que apuntar aquí, que este proceso de separación lleva implícito algún nivel de confrontación, es natural, inevitable y probablemente necesario.

Si la separación la realiza el adolescente desde la responsabilidad, las discrepancias van a ser asumibles y manejables por hijos y padres.

Si la separación la realiza el adolescente desde la responsabilidad, estas discrepancias van a ser asumibles y manejables por hijos y padres. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque el modelo de crianza y educación previo, además de los propios recursos personales del adolescente, habrá generado un vínculo padres–hijo/a que, a ambos, les permitirá resolverlas e incluso aprender de las mismas.

Desde la responsabilidad, es muy probable que el adolescente este en el camino de consolidar algunos aprendizajes que ya viene desarrollando. Ha aprendido la importancia del autocuidado, es capaz de reflexionar sobre sus propias conductas y sus consecuencias, acepta, entiende y ha interiorizado la importancia de las normas, empieza a tomar decisiones bajo estos criterios y, finalmente, no necesita tanto choque para desarrollar su identidad que, en definitiva, es la búsqueda final de este proceso de separación.

Algunos de estos adolescentes pueden llegar a terapia individual y familiar, normalmente con buena disposición y resultados, tanto si la demanda es de los padres o por voluntad propia, para resolver alguna dificultad personal.

El adolescente que se separa desde la confrontación, entiende que seguir haciendo todo lo que venía haciendo, sin entender porque ni para que, es continuar siendo y comportándose como un niño.

Por el contrario, el adolescente que se separa desde la confrontación no ha conseguido moverse ni desarrollar estos procesos, entiende que seguir haciendo todo lo que venía haciendo, sin entender porque ni para que, es continuar siendo y comportándose como un niño. Necesita confrontar, romper con contundencia, a veces incluso a su pesar, asumir costes relacionales y afectivos con sus propios padres, e incluso asumir riesgos personales y consecuencias perjudiciales para él y su futuro. Todo esto por lo potente del beneficio inmediato de la diferenciación que cree está consiguiendo. Eso sí, una falsa diferenciación, que a medio- largo plazo, produce el efecto contrario al que el adolescente desea, más control, más normas represoras y menos autonomía.

Este grupo de adolescentes necesitan y acuden a terapia con mucha más frecuencia, nunca o casi nunca por voluntad propia, con muy baja disposición e implicación y, con frecuencia, con la idea de utilizar la terapia como un medio de obtener su propio beneficio. La terapia supone para ellos un riesgo y amenaza al tener que renunciar al modelo de separación que han elegido y las dificultades, propias o de otros, para separarse desde la responsabilidad. Por este motivo es probable que, en algunos casos, la terapia ambulatoria no pueda sostener esta problemática y sean necesarios recursos residenciales, ingresos terapéuticos y, en el peor de los casos, medidas judiciales.

No podemos olvidar, como factor, la influencia de los padres en cuanto al modelo de diferenciación que utilizan sus hijos.

No podemos olvidar, como factor, la influencia de los padres en cuanto al modelo de diferenciación que utilizan sus hijos. Algunas cuestiones, como se ha señalado anteriormente, tienen que ver con los modelos de crianza, otras con aspectos personales y emocionales de los propios padres, miedos, sobreprotección, negligencia y, no menos importante; a alguien que necesita separarse hay que permitírselo y saber acompañarle.

También están los factores más personales de los adolescentes, trastornos, diagnósticos previos, patologías, experiencias y dificultades relacionales o dificultades severas que hacen más riesgosa y compleja esta separación.

En definitiva, la adolescencia es un periodo de cambio, de ajustes, de dudas del propio adolescente, de atención y acompañamiento de los padres, a veces engorroso, pero, sobre todo, ilusionante, interesante y enriquecedor para jóvenes y padres.

Programa Recurra-Ginso

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Luis Alcolea Menéndez

Licenciado en Psicología. Psicólogo General Sanitario. Máster en Psicología del Deporte. Máster en Psicología del Coaching. Actualmente Coordinador/Psicólogo en la Clínica RECURRA GINSO.