Vivimos en una era saturada de imágenes, donde la comunicación se ha vuelto efímera y a menudo carente de matices. En esta sociedad hiperconectada, la palabra escrita se erige como un faro que invita a la reflexión y al razonamiento, trascendiendo las emociones puras que suscitan las imágenes. Nosotros, como seres humanos, nos destacamos por nuestro lenguaje, nuestra habilidad para jugar con las palabras y construir pensamientos complejos.
La comunicación, ya sea con nosotros mismos o con los demás, es la senda por la cual viaja el pensamiento, define nuestra identidad y da forma a nuestra realidad. Cuidar lo que decimos, afilar nuestras palabras y hasta nuestros silencios, es esencial para destacar nuestros pensamientos y sentimientos de manera coherente.
La falta de asertividad puede generar pensamientos tóxicos, obsesiones que recuerdan momentos de inseguridad social.
Educar en inteligencia emocional es clave. La falta de asertividad puede generar pensamientos tóxicos, obsesiones que recuerdan momentos de inseguridad social. La capacidad para precisar y delimitar los problemas hace que sean más manejables.
Los padres son los maestros primordiales en esta tarea. Enseñar a los hijos a expresar sus emociones y opiniones sin hostilidad ni amenazas es un regalo invaluable. Construyamos una actitud positiva hacia lo que somos y lo que hacemos, evitando ofrecer modelos de interacción social inadecuados.
No reforcemos conductas agresivas ni premiemos la sobreadaptación a las necesidades de los demás.
No reforcemos conductas agresivas ni premiemos la sobreadaptación a las necesidades de los demás. Enseñar a comunicarse consigo mismos y con los demás facilitará una existencia más plena y saludable.
Finalmente, recordemos la importancia de los sonidos que nos rodean. La comunicación va más allá de las palabras escritas; abraza el sonido de la naturaleza, las voces que compartimos. La palabra hablada, el susurro y hasta el silencio, todo juega un papel crucial en el tejido de la salud mental adolescente.
Enseñemos a nuestros jóvenes a comunicarse de manera auténtica y significativa, proporcionándoles las herramientas necesarias para construir relaciones saludables y sostenibles en un mundo que, a menudo, está inundado de ruido.
