La forma en la que nos desplazamos a nuestros lugares de trabajo o de ocio, además de ser un factor de riesgo para sufrir un accidente de tráfico, puede afectar a nuestra calidad de vida, ya que puede generar estrés, ansiedad y estados de ánimo adversos. En este sentido, desde hace años, existen planes de movilidad segura y sostenible en las empresas, así como el fomento por parte de los diversos municipios de medios de desplazamiento que mitiguen estos riesgos. En nuestras ciudades existen cada vez más vehículos de movilidad personal, entre ellos, los patinetes eléctricos, cuyo uso parece haberse extendido entre los adolescentes.
Estos vehículos, al no precisar autorización administrativa para ser conducidos, no requerir esfuerzo físico alguno, ser económicos y alcanzar velocidades máximas de 25 km/h, se han convertido en un medio de transporte idóneo para ellos. No obstante, como ya se está apreciando, su uso irresponsable puede generar graves accidentes. No es infrecuente ver circular estos vehículos por las aceras, o siendo ocupados por dos personas, por lo que es necesario ahondar en la idiosincrasia de estos conductores.
Se genera una ilusión de invulnerabilidad, mediante la cual se infravalora la probabilidad de sufrir un acontecimiento lesivo.
Aunque no todos los adolescentes son iguales, algunas de las cualidades que caracterizan a este grupo de edad en relación al tráfico son la escasa percepción del riesgo que implica la conducción de estos vehículos, así como el exceso de confianza que creen tener sobre el manejo de los mismos. Además, se hallan en una edad en la que son tendentes a mostrar sus capacidades entre su grupo de iguales, en un afán de ser reconocidos y nutrir así su autoestima, lo que puede hacer que asuman mayores niveles de riesgo en la conducción.
Se genera una ilusión de invulnerabilidad, mediante la cual se infravalora la probabilidad de sufrir un acontecimiento lesivo. Si nos preguntamos qué subyace en las frases del tipo: “es cierto que las parejas se separan, pero a mi no me va a pasar” o “soy consciente de que la gente tiene accidentes cuando conduce bajo los efectos del alcohol, pero eso les pasa a otros”, la respuesta la encontraremos en esta ilusión.
Tenemos una combinación de variables que convierte el manejo de estos vehículos en un peligro potencial, de tal modo que, más allá de nuestras opiniones respecto a si la conducción de estos patinetes debería estar o no sujeta a una autorización administrativa para ello, se torna preciso concienciar sobre los riesgos que implica.
Es preciso que adopten esta actitud de respeto hacia los demás, así como una concienciación de los riesgos que implica su empleo
A pesar de que la ilusión de invulnerabilidad no es exclusiva de este grupo de edad, la realidad es que nuestros adolescentes acceden a este medio de transporte sin ninguna formación al respecto, por lo que desde el núcleo familiar se han de transmitir una serie de normas de convivencia y respeto, así como unas indicaciones capaces de hacer que el adolescente tome consciencia de los riesgos a los que se ve expuesto y la manera de minimizarlos.
Un uso responsable de este medio de transporte puede facilitar que el adolescente tenga mayor movilidad y llegue a tiempo a las diversas actividades de su día a día, como entrenar, estudiar en la biblioteca o acudir a las clases del instituto. También puede dotarle de un sentido de libertad, al no depender para sus desplazamientos del transporte público o de sus padres. Sin embargo, para ello, es preciso que adopten esta actitud de respeto hacia los demás, así como una concienciación de los riesgos que implica su empleo, ya que el patinete no es un juguete.



