Puede que a más de uno de vosotros, en algún momento, un profesional os haya podido sugerir que vuestros hijos tengan algún tipo de relación con alguna banda juvenil, y que lo primero que os preguntéis sea: ¡¿Cómo es posible?! La respuesta es sencilla pues las bandas juveniles se encuentran en auge en el día a día de los adolescentes.
Las bandas consisten en un grupo de personas que se unen en una identidad común que les aporta pertenencia, protección, seguridad y valores de lealtad y honor. No obstante, estos valores son enmascarados por el ejercicio de la violencia. Ofrecen a nuestros adolescentes una identidad propia y grupal que les da un sentido de pertenencia y les diferencia del otro. Lo que satisface una de las necesidades principales de la adolescencia: la búsqueda de su propia identidad. Otra necesidad que se ve satisfecha es la búsqueda de emociones fuertes. Esto se debe a que cuando los adolescentes pertenecen a una banda su vida se llena de adrenalina.
¿Y qué hacemos para prevenir esto?
Por un lado, será fundamental observar y supervisar a nuestros hijos y su ocio. Especialmente si detectamos cambios que nos resulten llamativos. Aunque estos dependen mucho de cada adolescente, en líneas generales hablamos de: ausencias escolares y en casa, conductas delictivas o violentas, consumo de drogas o alcohol, posesión de objetos peligrosos o conocimiento de la jerga y gestos de las bandas e incluso vestimenta.
Por otro lado, es muy importante construir un vínculo seguro con nuestros hijos, que fomente una comunicación abierta y aporte seguridad. Los adolescentes buscan su autonomía e identidad, pero necesitan de un vínculo estable de manera que puedan sentir que, aunque fallen, pueden contar la ayuda de sus padres, aunque haya consecuencias. También será primordial que construyamos este vínculo con mensajes que potencien una autoestima saludable a través de reconocimiento de sus logros y el apoyo en los momentos más complicados
Para finalizar, si nos paramos a escucharlos, tampoco es una locura que los más jóvenes se sientan atraídos por el mundo de las bandas y sus ideales. Estas ofrecen una “familia”, unos valores, un lugar al que pertenecer y una identidad que les resulta protectora. Pero todo esto enmascara la realidad de la obediencia mediante la violencia, de la ejecución de delitos y de la exposición a situaciones de riesgo. Quizá no sea la solución, pero sí sea una forma de prevenir, el aportar en casa un vínculo en el que se reconozca su valía y que nos permita desde la cercanía ayudarles a tomar decisiones.