En los últimos tiempos, es frecuente escuchar a padres y madres transmitir la queja de que, hoy en día, hay que negociar y llegar a acuerdos por todo con sus hijos e hijas. Argumentan, además, que en otros tiempos no se hacía y no era necesario, se hacía lo que los padres decían y punto.
Es evidente que los tiempos han cambiado, afortunadamente las sociedades evolucionan. Padres y madres tenemos que adaptarnos a esos cambios para poder ejercer nuestra tarea de manera adecuada. De hecho, una parte de esa evolución y cambios tiene que ver con las propuestas y estilos educativos que hemos transmitido a nuestros hijos e hijas. Por resumirlo en una sola frase, se podría decir que, probablemente, una de las razones por las que los hijos piden negociar y llegar a acuerdos es porque les hemos hecho entender que su opinión es importante y hay que tenerla en consideración. Ya no se oye la frase que nosotros oíamos en ocasiones; “tu niño cállate, que esto es cosa de adultos”. Por otra parte, los hijos e hijas tienen la tarea, y probablemente el deber, de mostrarnos como es la sociedad en la que están viviendo para que podamos hacer los ajustes necesarios a esos tiempos.
Importa más el “cómo lo hago” y el “desde donde lo hago”
La negociación, el acuerdo, no es ni buena ni mala en sí misma. Importa más el “cómo lo hago” y el “desde donde lo hago”, que el hecho de negociar o no. Si negociamos desde lo que nosotros vivimos, mirando hacia atrás, quejándonos de como son las cosas ahora y añorando como eran tiempo atrás, la negociación se convertirá en una debilidad, sin darnos cuenta nos descolocamos frente a la misma y perdemos posición, incluso autoridad. Lo podemos llegar a convertir en una lucha de poder, que muy posiblemente generará conflictos y confrontaciones. La frase que me dijo una madre hace unos días puede ser un buen reflejo de esto, dijo; “yo me tengo que llevar mal con mis hijos porque les pongo normas”. Estaremos frustrados porque podemos pensar, como ocurría antes, que los hijos nos tienen que obedecer porque somos los padres y ya.
También será una debilidad si los hijos han aprendido que nos mostramos muy rígidos inicialmente, pero que si nos insisten acaban saliéndose con la suya. Si hacemos esto y les complacemos sistemáticamente, si modificamos o ajustamos nuestras decisiones a sus requerimientos, quejas o sugerencias. Aprenderán que el acuerdo y la negociación es una práctica habitual, pero que siempre acaban sacando beneficios, que hacemos más esfuerzos que ellos y que somos muy propensos a aceptar y adaptarnos a sus deseos.
Será una fortaleza si la vivimos como una herramienta educativa que tiene como objetivo potenciar su autonomía, autorregulación y autoconfianza
Por el contrario, será una fortaleza si la vivimos como una herramienta educativa que tiene como objetivo potenciar su autonomía, autorregulación y autoconfianza.
- Si la utilizamos e incluso la proponemos cuando hay, por parte de los hijos, una actitud previa dialogante y respetuosa, nunca bajo presión, insistencia o exigencia.
- Si somos capaces de movernos equilibradamente entre la rigidez y la permisividad.
- Si respetamos nuestra posición tanto como la de ellos, si sentimos que con la negociación todos ganan y aceptamos que todos pierden un poco.
- Si valoramos con ellos cual ha sido el resultado del acuerdo una vez ejecutado, sin enfadarnos ni perder el control si no se ha respetado, pero abordándolo con afecto y haciendo entender a los hijos lo que implica que haya funcionado o no.
- Sí utilizamos, y hacemos entender a los hijos e hijas, la importancia de esas experiencias en los nuevos acuerdos.
- Si no perdemos el foco y objetivo de la herramienta y entendemos que es un proceso de aprendizaje.
Aprendizajes que será muchos si el acuerdo y negociación se realiza de la forma adecuada: responsabilidad, autocritica práctica, solución de problemas, autorregulación, tolerancia a la frustración, valoración de tú tanto como del yo, desarrollo de la autoconfianza y autoestima, etc. etc.
Hay cosas innegociables, quizás no el horario o cosas así, si el respeto y las buenas formas.
Añadir un par de cuestiones más, una; a ser posible esta herramienta es interesante que este mínimamente trabajada antes de la adolescencia. Dos; hay cosas innegociables, quizás no el horario o cosas así, si el respeto y las buenas formas.
En estas líneas, hay cuatro ideas generales, pero es una herramienta con mucho más contenido y matices; reflexiona sobre esto, infórmate, practica, detecta tu recursos y limitaciones con esta herramienta. Desde Recurra-Ginso podemos ofrecerte la ayuda necesaria para optimizar tu funcionamiento en esta y en otras muchas áreas.



