El acoso escolar sigue siendo una de las principales amenazas para el bienestar emocional de nuestros niños y adolescentes. A pesar de los avances en sensibilización y protocolos educativos, las cifras desgraciadamente siguen en aumento. Según el Informe “La opinión de los/as estudiantes” (Fundaciones Mutua Madrileña y ANAR, 2025), el 12,3% del alumnado afirma que él o alguno de sus compañeros sufre acoso escolar”.
Tipos de acoso escolar
El acoso puede manifestarse de distintas formas: física, verbal, psicológica, social o digital. En el entorno presencial, los insultos, motes y burlas afectan al 84,8% de los casos, seguidos por el aislamiento social (44,8%) y la violencia física, que ha aumentado considerablemente hasta el 30,9%.
Además, es importante recalcar que el 28,2% de los casos se prolonga más de un año, lo que agrava sus consecuencias psicológicas. No es un suceso puntual ni casual, sino que pasa a darse de forma sistemática, provocando la anticipación, el continuo estado de alerta, la ansiedad y el inicio del proceso de indefensión aprendida.
El ciberbullying ha duplicado su incidencia, afectando al 2,2% del alumnado, y el 3,6% sufre acoso combinado (presencial y digital). Las plataformas más utilizadas son WhatsApp (66,4%), Instagram (50,5%) y TikTok (49,5%).
El ciberacoso produce un gran daño en la víctima, ya que permite al agresor tener mucha más audiencia, ser más atrevido ya que se esconde detrás de su anonimato. Es fácil de llevar a cabo, ya que no planean y las pantallas les permite atreverse a hacer cosas que en persona no lo harían.
Es un acoso constante, donde la víctima no descansa, hay un bombardeo de mensajes, fotos, memes, fotomontajes en cualquier lugar y momento.
A su vez, otra realidad que aparece ha sido el mal uso de inteligencia artificial en el 14,2% de los casos, donde se crean vídeos falsos o se suplantan identidades, afectando más a chicos (60%) que a chicas (40%).
Impacto psicológico en los adolescentes
Las consecuencias del acoso escolar pueden llegar a ser devastadoras. En el Programa Recurra, donde acuden niños de corta edad hasta chicos de mayor edad, vemos cada día, chicos y chicas que presentan cuadros de ansiedad, depresión, baja autoestima, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria e incluso ideación suicida.
La mayoría no quiere ir a clase, somatizan, a veces son violentos en casa, se autolesionan o se esconden detrás de las pantallas para relacionarse con iguales.
¿Qué hacer?
El acoso escolar no es un simple conflicto entre iguales. Tiene una gran complejidad, por lo que es esencial que desde el primer momento, progenitores, profesores y otros agentes de cambio estén coordinados para luchar contra el acoso.
No solo habrá que trabajar con la víctima, es esencial hacerlo también con el agresor y con los cómplices que están en silencio. Importante además no trabajar solo a nivel individual, sino grupal, con el aula, poner sobre la mesa lo que está ocurriendo.
Recomendamos:
- Observar permanentemente al alumnado ante posibles señales que pueden alertarnos de que se está produciendo acoso: disminución del rendimiento escolar, absentismo, denuncias de robo de material escolar, cambios de humor, lesiones físicas…
- Fomentar en el aula el trabajo en equipo, inclusión y respeto a la diversidad.
- Dar espacio en el aula para trabajar la inteligencia emocional y habilidades sociales.
En el hogar, desde que el niño inicia su etapa escolar, es tarea de sus progenitores y familiares, fortalecer su personalidad y dar una educación en valores.
Educar, guiar, ser modelo y buen ejemplo.
Acompañar, controlar y supervisar sus RRSS. Que sean “nativos digitales”, no significa que ellos sepan manejar estas situaciones. Un buen acompañamiento permite que todos disfrutemos. Potenciar lo bueno de las RRSS, pero también señalar los riesgos.
La clave de todo está en la prevención, sensibilizar.



