Ansiedad, estrés, TDAH, problemas de conducta, trastornos de alimentación… términos normalizados en la vida de casi todos/as. ¿Pero qué pasa con otro tipo de trastornos mentales, considerados “más graves”?
¿Por qué cuesta más hablar de ellos?, nombrarlos altera al otro, lo aparta.
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- Mi hijo tiene TDAH; ¡el mío seguro que también porque no para!
- Mi hijo padece esquizofrenia; -SILENCIO-
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Un joven con brotes psicóticos, ¿deja de ser bueno, deja de merecer un futuro, deja de necesitar ser joven?
Los trastornos mentales considerados graves, se suelen llevar en silencio, en soledad, con mucho peso, cosa que dificulta normalizar la parte que es posible y necesario normalizar.
Academias de “yoga para aliviar y disminuir el estrés”, con rótulos luminosos y publicidad esperanzadora.
¿Y las academias para apoyar a las personas, cuya realidad se distorsiona ajena a su voluntad, y les impide sentirse seguras de sus decisiones, ante los demás y ante sí mismas?
Viktor Frankl, tras vivir experiencias muy traumáticas en su vida, nos dejó esta reflexión; “Las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo responder a esas circunstancias.”
¿Pero qué pasa si esa realidad que hay que interpretar para elegir cómo responder no es la realidad que otros/as perciben?
Imprescindible la orientación, el apoyo y el tratamiento necesarios para integrarlo en su modo de vida. Por ello el estigma o el rechazo no hacen más que impedir que ciertos trastornos no puedan llevar su curso sin incidencias a lo largo de la vida. Eso sí es grave.
No elegimos nuestra predisposición genética, ni muchos de los acontecimientos que nos marcan por siempre, pero sí podemos elegir enfrentar esto que nos pasa de la manera más saludable y digna.
La mente es algo tan grande, tan estudiada y a la vez tan llena de cuestiones por resolver, que toda ayuda es poca para entendernos, el camino de la psicosis, como los otros muchos caminos que dirigen la conducta humana, ha de tratarse con el respeto que cualquier paciente merece y con el tratamiento adecuado para enfrentar la realidad. Como el que precisa insulina, enalapril, o en extremo quimioterapia, lo importante no es necesitarlo, si no que se resuelva lo mejor posible para continuar adelante. Y sin críticas inconstructivas.
¿Qué es pues lo grave? ¿Padecerlo, o no poder enfrentarlo libremente, sin tapujos ni miedo a la opinión de los demás?
Colaboremos en el apoyo a cualquier tipo de trastorno, colaboremos sin juzgar las dificultades ajenas, colaboremos en no fomentar ni cronificar su gravedad.




Me gustaría concertar una entrevista conjunta madre e hijos
Estimada Dña. Raquel:
Le atenderemos encantados en el teléfono gratuito 900 65 65 65.
Muchas gracias por su confianza.