Esta persona tiene la piel muy fina…
Fina tipo látex, resistente y flexible.
Fina tipo seda, escurridiza y delicada.
Fina tipo sufro y callo, o salto por todo a la primera…
La piel reacciona ante los estímulos, y cómo interpretamos esa información influirá en cómo sentimos y actuamos.
En esa línea, “el grosor de la piel” influye en la interpretación más o menos positiva de los datos. En ver el vaso medio lleno o medio vacío. En sentir que habitualmente, los otros buscan nuestro perjuicio. Suspicacia que nos daña. Objetivar puede ahorrarnos mucho sufrimiento.
La realidad se presenta como un todo, y sus partes activan áreas diferentes que afectan a las personas. Esto depende de los intereses personales, las creencias, cultura, y moral propia, lo cual no siempre coincide con la del emisor y su objetivo implícito en la trasmisión de esa información.
La vida es como un cuento, y depende de quién cuente la historia, la perspectiva es diferente. Esto influirá en cómo se viva y en qué punto tu personaje entre en la acción, y con ello, la trama puede girar.
“Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno”, cómo bien expresa Eduardo Galeano.
¿Cuántas veces nos decimos?
Si ahora viviera esto que viví, no hubiera hecho eso… o no me lo hubiera tomado de esa manera… Pero las escenas no se suelen repetir, o al menos del mismo modo, en el mismo escenario, con los mismos personajes, o con el mismo estado emocional. Pero hacemos ensayos generales a diario, que nos permiten conocernos mejor y probar nuevas herramientas de actuación.
Las reacciones de los demás nos mueven, pero también nos dañan y confunden. Con los hijos pasa lo mismo, enseñarles desde la tranquilidad les permitirá aprender sin miedo a lo que provocan en nosotros.
Esa tercera ley de Newton – Acción, reacción – no sólo se aplica a la física, muchos la han estudiado en diferentes ámbitos de la vida y de las relaciones humanas. Y siendo conscientes de que las reacciones de otros nos hacen reaccionar, en gran parte de manera impulsiva e inconsciente, debemos poner importancia justo en eso, en tomar decisiones conscientes a la hora de actuar y no sólo reaccionar. Dejar de lado como única opción, lo establecido, lo esperado de nosotros, lo que hacen los demás, lo aprendido, pues tal vez no se reúnan los requisitos que promovieron lo aprendido en otra situación… Tomar una decisión consciente ante las reacciones de los otros nos invita a crecer, experimentar, a romper tabúes, a establecer relaciones saludables en las que preguntamos lo que no entendemos, en las que no enmascaramos lo que nos sucede, relaciones que tienen en cuenta los sentimientos y el proceder del otro, pero esto no condiciona absolutamente nuestra manera de comportarnos, sentir y pensar.
Escribamos nuestro propio cuento como narradores activos, que aporten pistas, no obstáculos, al resto de los personajes en la interacción.



