Vivimos en una sociedad empeñada en proteger a nuestros hij@s, y nosotr@s como buenos padres hacemos todo lo posible para que ellos siempre tengan lo mejor. Desde que los niños nacen se nos presentan miles de artilugios, todos completamente necesarios para que a los niños no les pase nada y tengan el mejor de los desarrollos. Antes de nacer es necesario que toda buena madre y/o padre tenga listo un cojín antivuelco, un vigila-bebés, un termómetro para medir la temperatura del agua del baño, un montón de ropa lavada con detergente específico de recién nacido y una innumerable lista de cosas tremendamente importantes. Según el niño va creciendo necesitará muchos más elementos de seguridad: protector de esquinas, tapas para los enchufes, barreras para la cama, las puertas, las escaleras, las piscinas …
Esto viene todo ligado a una enorme preocupación por todo su desarrollo, que obviamente hay que fomentar dentro de unos parámetros de seguridad. Así que es necesario tener hamacas para que el bebé tenga una buena visión del entorno que le permita estar estimulado, parques donde pueda estar entretenido con todos sus muñecos, cunas que permitan el descanso (pero por favor, con una buena chichonera), carros que tengan cinco posiciones para que pueda disfrutar y ser estimulado desde todos los ángulos, redes de frutas para que descubra sabores y texturas de alimentos “enteros”…un buen cantajuegos de fondo que motive su vena artística, si es posible algún vídeo que lo relaje a la vez que fomenta su inteligencia…y así otro sin fin de cosas imprescindibles de esta etapa.
Pero ¿y si les dejamos ser? Ser niños, vivir sus etapas, sus riesgos, y ser ellos
Cuando salimos a la calle con el niño de nuevo nos encontramos con numerosas medidas que nos hacen la vida más fácil, los parques de columpios ahora suelen tener un suelo acolchado que tiene muchas ventajas: por un lado, los niños al caerse tienen más complicado magullarse las rodillas y las manos (muchas pupas ahorradas la verdad) y además como extra, las madres y padres no tenemos que recoger kilos de arena que caen de sus zapatos y su ropa cuando llegan a casa. Esto por no hablar de la época complicada del invierno, cuando toda la arena se convierte en sucio y peligroso barro y es imposible salir a la calle sin unas buenas botas de agua. Además, está también el material de los columpios, todos de plástico y madera con sus tornillitos cubiertos…nada que ver con los antiguos columpios de hierro.
Permítanme por favor que continue un poco más, ya pasando a la siguiente etapa, cuando los niños van a la escuela infantil. Todo dividido en espacios diferentes, calefacción y suelo radiante, todo forrado de material acolchado…una pasada, dan ganas de quedarse a pasar el día.
Seguimos con las extraescolares: matronatación para el desarrollo psicomotriz, talleres de música infantil para la inteligencia y la motivación artística…Y crecemos un poco más, nos vamos al colegio: deportes, muy importantes para el desarrollo social y psicomotriz, alguna actividad relacionada con el arte (música, pintura…), idiomas no pueden quedar de lado (ahora son imprescindibles) y si es necesario algún tipo de refuerzo escolar, que no nos podemos permitir que pierda el ritmo en las clases.
¿Y si nos esforzamos por acompañarlos de cerca y conocerlos y no tanto por guiarlos y protegerlos?
Está clarísimo, les queremos y queremos lo mejor para ellos, nos preocupamos al máximo para que tengan todo lo mejor, muchas veces para que tengan lo que nosotros no hemos podido tener. Pero ¿y si les dejamos ser? Ser niños, vivir sus etapas, sus riesgos, y ser ellos. ¿Y si nos esforzamos por acompañarlos de cerca y conocerlos y no tanto por guiarlos y protegerlos?
Podemos dejar que se caigan en la arena, que se manchen y se rasguñen; que pisen suelos fríos y no tan fríos, que se arrastren por el suelo, que se atraganten un poquillo con la comida, que golpeen balones y bailen sin sentido…Que descubran que no todo sale bien a la primera, que pueden caerse y levantarse, que existen diferentes formas de hacer las cosas y hay que tomar elecciones y tener buenos criterios para hacerlo, que hay muchas texturas y temperaturas y unas son más agradables que otras, que no todo está predeterminado y en la vida hay que improvisar, que se avanza moviéndose y no esperando a que las cosas sucedan…Pero es que además de todo esto podemos hacer algo más importante ¿y si les proporcionamos un refugio para poder llevar a cabo aciertos y errores? ¿por qué no les enseñamos que nuestra presencia y ayuda va a estar ahí siempre?
¿Por qué no les enseñamos que nuestra presencia y ayuda va a estar ahí siempre?
Ser padres es la tarea más complicada de la vida, acompañar sin juzgar, guiar sin dirigir, establecer bases para que otro las desarrolle es complicadísimo…pero la clave está en saber entender que no son nuestros, son de ellos mismos y nuestro papel real se limita a acompañarlos y darles los recursos para que ellos se sientan seguros para desarrollarlos en un mundo incierto en el que nosotros no vamos a estar siempre.
Sé que es difícil, que la sociedad nos exige, que los trabajos nos absorben, que nos faltan horas cada día…pero intentemos cambiar la perspectiva, nuestros hijos no necesitan nuestra preocupación, necesitan nuestra ocupación, nuestro tiempo y nuestra compañía. Porque cuando sean adolescentes, nuestra mayor baza para que ellos recurran a nosotros en esta sociedad caótica con millones de obstáculos y presiones va a ser el cariño, la presencia y la relación que hayamos construido con ellos y no todo lo que les hemos proporcionado a lo largo del tiempo.
Totalmente de acuerdo, y maravillosamente expresado gracias Eva!!