Vienen las fiestas de Navidad, y los niños y adolescentes ya tienen su carta más que pensada. A medida que van creciendo, ésta se va convirtiendo en una lista cada vez más larga de cosas y los padres se preguntan cuál es el criterio de elección. No es algo que ocurra solo en estas fechas, durante el año los padres han de lidiar con el frecuente: “¿me compras algo?”; ese tipo de “algo” que se va a quedar olvidado en un cajón y que es rápidamente reemplazado por otro nuevo producto.
Por eso, primero es esencial que los padres se pregunten qué le va a aportar a su hijo el hecho de tener más cosas.
- ¿Valorarán realmente estos objetos?
- ¿Van a disfrutar en mayor medida por tener más cosas?
Y a la hora de elegir regalos, cuya función es en muchos casos, el disfrute, el juego y el ocio, plantearse lo siguiente ayuda a disipar dudas en el criterio de elección:
- ¿Nos puede servir para pasar buenos ratos juntos?
La posibilidad de regalar entradas a espectáculos, viajes y otras experiencias a realizar en familia y por supuesto nuestro tiempo, sin necesidad de envolverlo ni ponerle palabras, sino simplemente dándolo, nos invita a aprovechar estas navidades disfrutando juntos.
Y cuando los regalos lleguen por otra parte (porque afortunada y desafortunadamente no todo está bajo el control parental) igualmente, madres y padres los pueden enriquecer con su tiempo: realizando con los hijos las actividades que ellos elijan, aquellas que les motivan y tienen un significado especial para ellos, pues también será una manera de conocerles más.
Es muy probable que reciban tablets, videoconsolas o smartphones, por lo que habrás de determinar el tiempo y modo de uso, valorando la tecnología digital como una oportunidad más de pasar tiempo con los hijos, de acercarnos a un lenguaje que dominan más, aprendiendo de ellos y también transmitiendo aquello que los padres conocen bien, los valores.



