Cómo hablar de salud mental con los niños

Cómo hablar de salud mental con los niñosLa salud mental es un aspecto fundamental para que una persona sienta bienestar general, así que es esencial abordarlo y poder hablar sobre ello desde la infancia. Al equipar a los niños con herramientas para gestionar su salud mental, estamos preparándolos para enfrentar los desafíos de la vida de manera más resiliente. Pero ¿cómo hacemos esto? Existen algunas estrategias que promocionan un mejor concepto de salud mental y una mayor facilidad para hablar de ello.

En primer lugar es fundamental que los niños crezcan en un ambiente donde hablar de cómo nos sentimos sea algo tan natural como cualquier otro aspecto de la vida. Es importante que comprendan que todos pasamos por momentos buenos y no tan buenos, y que es completamente normal sentirnos así. Al hablar de nuestras emociones y frustraciones de manera abierta, y al buscar apoyo cuando lo necesitamos, les enseñamos a valorar su bienestar emocional. Esto les ayudará a entender que no están solos y que buscar ayuda es un acto de valentía y cuidado hacia uno mismo.

Asimismo, cuando hablamos de salud mental con niños y adolescentes, es importante adaptar la manera en que nos comunicamos según su edad. Con los más pequeños, de entre 3 y 6 años, podemos usar historias y personajes que ellos ya conocen para explicar cómo se sienten. Si un niño está molesto o triste, podríamos contarle un cuento en el que un personaje pasa por algo similar, ayudando al niño a entender que es normal tener diferentes emociones. También podemos usar muñecos o dibujos para representar lo que sienten, haciéndolo más visual y fácil de comprender.

Cuando hablamos de salud mental con niños y adolescentes, es importante adaptar la manera en que nos comunicamos según su edad.

En los niños de 7 a 12 años, su capacidad para entender el mundo emocional ha crecido. Aquí podemos hablarles de lo que significa sentirse preocupado, nervioso o tener miedo, usando ejemplos cotidianos como cuando se sienten nerviosos antes de una actividad importante o tristes durante un tiempo. Lo esencial es explicarles estos sentimientos de manera clara, vinculándolos a situaciones que les sean familiares.

Con los adolescentes, entre 13 y 18 años, podemos profundizar más en la conversación. Ellos ya tienen una mejor capacidad para reflexionar sobre sus emociones. Es fundamental crear un espacio donde se sientan cómodos expresando lo que les preocupa o cómo se sienten. En lugar de hacer preguntas cerradas como “¿todo va bien?”, es más útil hacer preguntas abiertas como “¿cómo te sientes últimamente?” o “¿hay algo que te esté molestando?”. La clave es escuchar con atención y empatía, sin interrumpir ni juzgar, validando lo que sienten y dándoles la confianza de que pueden hablar abiertamente.

Fomentar un entorno donde hablar de cómo nos sentimos sea parte de la vida cotidiana es clave para que los niños y adolescentes crezcan emocionalmente fuertes. Al ofrecerles herramientas adecuadas según su etapa de desarrollo, no solo les estamos ayudando a entender y manejar mejor sus emociones, sino también a desarrollar una mayor capacidad de resiliencia ante los retos que encontrarán en el futuro. La conversación abierta, la empatía y la validación de sus emociones son pasos esenciales para que puedan cuidar de su bienestar emocional a lo largo de toda su vida.

Programa Recurra-Ginso

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Paula Hernández

Alumna de prácticas en la clínica ambulatoria de RECURRA GINSO