Cuando sacas los cubiertos del friegaplatos, ¿Cómo lo haces?.
Primero todos los tenedores juntos, cogiéndolos de cada compartimento, o vas vaciando cada compartimento indistintamente, cuchillos, cucharas, cucharillas o tenedores…
Los vas colocando en su hueco del cajón, o los separas todos en la encimera… Los guardas mezclados, o tienen espacios predeterminados lavado tras lavado…
¿Importa si el objetivo es el mismo?
Recogerlos limpios y poder usarlos para comer, y tras ello, de nuevo la misma tarea.
Resolvemos situaciones dispares a diario, y no todos del mismo modo, sin embargo la mayoría comemos con los cubiertos limpios, aunque los hayamos recopilado de diferente manera.
Esta resolución de situaciones, a veces se transforma en conflictos, disputas, problemas, dificultades, disidencias; las cuales hay que resolver también.
¿Quién nos enseña esto?
Referentes educativos, experiencias anteriores, manuales muy bien redactados…la confluencia de todo ello nos sirve de ayuda para tratar de resolverlos correctamente.
Como padres/madres muchas veces debemos actuar de mediadores en situaciones difíciles de resolver para nuestros/as hijos/as, por ello es importante tener claro: en primer lugar, identificar el problema, y tras ello, analizar las soluciones posibles para llevar a cabo la toma de decisiones más conveniente a esa situación, lo cual no significa que sea definitivo, pues siempre es bueno evaluar si la decisión elegida ha funcionado en base a las necesidades del problema propuesto.
Para enfrentarnos a resolver un conflicto de manera adecuada, hay que considerar la opinión del otro, lo que implica escuchar activamente sus razones y necesidades, y expresar desde el “yo” las nuestras, sin críticas ni juicios hacia el otro/a, de esta manera la puerta del diálogo se abre, y las alternativas se amplían para no polarizar las soluciones, lo cual implicaría el beneficio de una parte y el perjuicio de la otra.
La resolución de conflictos ha de ser un proceso activo, ensayo-error, que nos permita aprender y reinventarnos a cada paso.
Sobre todo con los/as hijos/as, buscar el consenso, saber “negociar” es indispensable, pues en el equilibrio está el entendimiento. Esto no significa que siempre se pueda tomar decisiones a gusto de todos/as, sino que se valorará la opinión del/la adolescente, y plantearemos los motivos de la decisión final, adaptándolo a su comprensión según la fase evolutiva en la que se encuentre.
El porqué de la introducción inicial, viene en este punto, pues aunque los pasos a seguir se pueden generalizar como pautas, no ocurre lo mismo con los resultados conseguidos, ni la manera de llegar a ellos.
La misma situación se puede resolver de tantas maneras como personas la afronten, y una misma estrategia puede ser válida para varias situaciones, o no, de ahí, que la resolución de conflictos ha de ser un proceso activo, ensayo-error, que nos permita aprender y reinventarnos a cada paso.