A raíz de un artículo publicado recientemente acerca de la relación entre el uso de redes sociales y la influencia (negativa) que estas pueden estar teniendo sobre la salud mental infanto-juvenil, aporto mi granito de arena a este debate. Dicho artículo, y tratando de resumir su contenido, explica cómo, a raíz de la pandemia del COVID-19 (y el respectivo confinamiento sufrido por todas y todos), el uso de la red social Tik Tok aumentó exponencialmente. Sabemos que una gran mayoría de usuarios de Tik Tok son menores de edad y es por ello importante advertir a los progenitores o cuidadores de los peligros que puede acarrear el uso excesivo e irresponsable de esta y otras muchas redes sociales.
En general, las redes sociales no son más que un espejismo, una realidad alternativa que suele estar controlada por el logaritmo propio de la aplicación. Se basan en nuestras búsquedas, intereses y preferencias para darnos aquello que “supuestamente queremos/nos gusta”. Esto, per se, no debería ser algo que nos alerte, sobre todo en personas adultas con criterio, una buena autoestima o cierta estabilidad emocional. La cosa cambia cuando los usuarios y receptores de estos contenidos son menores de edad, susceptibles y mucho más vulnerables.
La gran mayoría de usuarios de Tik Tok son menores de edad, es importante advertir a los progenitores de los peligros que puede acarrear el uso excesivo e irresponsable de esta y otras muchas redes sociales.
Pese a que Tik Tok se creó para clips cortos de baile, cantar o vídeos de humor, este contenido ha ido derivando y acaparando otros muchos, entre los que destacan los diagnósticos de salud mental. De esta forma, muchos creadores de contenido han comenzado a compartir su día a día con ciertas discapacidades o problemas de salud mental. Entre ellos destacan los tic’s, el Síndrome de Tourette, los trastornos de identidad disociativos o los trastornos múltiples de personalidad. Ante este boom de información, son muchos los jóvenes que se auto diagnostican haciendo uso de estas etiquetas. Estos jóvenes, en su proceso de creación de una identidad propia y ante la necesidad de sentimiento de pertenencia, son muy vulnerables a la información incesante de estas comunidades virtuales. Por ello la importancia de que los padres traten de fomentar que sus hijos e hijas desarrollen cierto criterio ante este discurso emergente en las redes sociales. Del mismo modo, las redes sociales se caracterizan por la peligrosidad de generar en nosotras necesidades que no son reales: tener una casa preciosa, viajar mucho por todo el mundo o tener una familia idílica. Tratemos de ser críticas ante las supuestas realidades que nos venden, sabiendo discernir que son solo cuadros pintados con colores muy llamativos, pero que la vida real dista mucho de lo que se postea o se publica.
“La capacidad de regulación emocional en torno a la naturaleza de la propia identidad está cada vez más tecnomediada externamente, en lugar de internamente, dentro de uno mismo”.
Una frase que rescato de este artículo y que considero muy oportuna para cerrar esta pequeña reflexión es la siguiente: “La capacidad de regulación emocional en torno a la naturaleza de la propia identidad está cada vez más tecnomediada externamente, en lugar de internamente, dentro de uno mismo”.
Artículo de referencia: Social media as an incubator of personality and behavioral psychopathology: Symptom and disorder authenticity or psychosomatic social contagion? Science Direct, febrero 2023.



