El uso de internet y redes sociales ocupa una parte central de la vida de los adolescentes, quienes, en muchas ocasiones, utilizan las pantallas para escapar de la vida real y mejorar, de forma ilusoria, su estado de ánimo. Lo más atractivo se caracteriza por la respuesta rápida, recompensas inmediatas, la interacción con otros y las múltiples y diversas actividades que internet ofrece. Los riesgos más importantes en el abuso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) podrían ser: engaños, acceso a contenidos inapropiados, acoso, pérdida de intimidad, confusiones…
Como padres, debemos estar atentos a las señales de alarma que seguramente tenemos delante de nosotros, no siendo conscientes, en muchas ocasiones, hasta que el daño se vuelve irreparable. Más que las horas de conexión, que también, lo determinante es la interferencia del uso en la vida cotidiana. El adolescente empieza a privarse de ciertas actividades, como los estudios, el descanso, sus amigos o el deporte; miente sobre las horas de conexión reales; percibe aislamiento o irritación con más facilidad, sobre todo cuando se le castiga apartándole de cualquier aparato que le permita conectarse a la red y, además, siente una enorme sensación de euforia cuando está conectado.
El uso de las TIC y las redes sociales implica un compromiso de padres a hijos con herramientas y estrategias para ajustar y consensuar unas normas:
- Limitar el número de horas y pactar un uso responsable
- Fomentar la relación con tus hijos, realizando otras actividades juntos
- Estimular a realizar deporte y otras actividades al aire libre
- Ubicar los teléfonos móviles, ordenadores y portátiles en una zona común de la casa
- Potenciar aficiones como la lectura, la música o el cine
- Desarrollar actividades grupales con iguales y de ayuda a los demás (voluntariados)
Desde las familias, es importante no intentar imponer una regla o norma sin dar opción a debate o diálogo. Prohibir ciertas herramientas que están en la sociedad actual puede ser muy contraproducente y es mucho más efectivo analizarlas, compartir y explorar juntos lo positivo que pueden aportar. Emplear la escucha activa para conocer la opinión de nuestros hijos es esencial para crear un vínculo positivo de empatía y bienestar.