En un entorno educativo donde la salud mental de los estudiantes se convierte en una preocupación creciente, los profesores se posicionan como actores clave en la detección y gestión de estos problemas. Según una encuesta realizada por Aula Siena y la Universidad Camilo José Cela (2024) a 502 profesores de diferentes regiones y tipos de colegios en España, la inestabilidad en el hogar, el uso excesivo de móviles y redes sociales, las relaciones interpersonales conflictivas, el acceso a materiales inapropiados, y el abuso de videojuegos y sustancias son los principales factores que afectan la salud mental de los alumnos.
La violencia explícita es uno de los contenidos que más impactan negativamente en el bienestar emocional de los estudiantes. Un dato alarmante es que uno de cada cuatro alumnos ha percibido acoso escolar, cifra que ha ido en aumento. Además, la exposición a la pornografía y la adicción a los juegos online también son problemáticas destacadas. Entre las redes sociales, TikTok es percibida como la más nociva para el desarrollo emocional de los estudiantes debido a su algoritmo adictivo, la exposición a contenidos extremadamente nocivos y la invasiva recolección de datos personales.
Los profesores identifican varias señales que pueden indicar problemas de salud mental en los alumnos, tales como conducta violenta o desafiante, falta de motivación, bajón repentino en el rendimiento académico y aislamiento del grupo. Entre los problemas más comunes observados se encuentran la depresión encubierta, las autolesiones, la violencia filio-parental, la adicción a drogas o sustancias y la ideación suicida. Frente a estos posibles problemas, los profesores suelen recurrir a los orientadores del centro, aunque España enfrenta un déficit significativo en este ámbito, con una ratio de un orientador por cada 700-800 estudiantes, muy por encima de la recomendación de la UNESCO de un orientador por cada 250 estudiantes.
El papel del profesorado es fundamental no solo en la educación académica, sino también en la identificación y manejo temprano de problemas de salud mental. A través de la colaboración con orientadores y directores, y con el apoyo de las familias, se pueden abordar estos desafíos antes de que se cronifiquen. Este compromiso es crucial para el bienestar presente y futuro de nuestros jóvenes.



