Vino un día esta pandemia y nos robaron los abrazos, yo que me basaba en ellos para establecer vínculos, que me apoyaba en ellos para contactar con mi familia y amigos, y que los utilizaba como herramienta básica de trabajo, con compañeros y “mis chicos”, me quedé sin ellos.
Me costó entenderlo y entenderme, sin abrazos me costaba contactar emocionalmente, me veía impotente, me costaba hacer cosas que antes me resultaban automáticas, me sentía como nadando con un brazo atado a la espalda, no lo comprendía, me sentía desorientado, nos robaron los abrazos.
Cuando veía a mi familia y amigos, no sabía qué hacer, inclinaba la cabeza, me tocaba en el corazón, les sonreía (porque aún no nos habían robado la sonrisa), y hacía movimientos y muecas para expresar el amor que les tengo. En el trabajo me costó más, puesto que, trabajando en el Centro terapéutico, los abrazos me resultaban más necesarios que nunca, era tiempos de incertidumbre y de miedo, de tristeza e incomprensión, pero…Nos robaron los abrazos.
Me costó entenderlo y entenderme, sin abrazos me costaba contactar emocionalmente
Paseaba con mis chicos porque las terapias no las hacía en el despacho, los acompañaba en las actividades diarias, les sonreía, hablaba con ellos, pero me faltaba algo que siempre me había funcionado estupendamente para relacionarme y conectar con ellos: los abrazos.
Con ellos aprendí a mejorar mis técnicas, a expresar mejor mis afectos, a dar y recibir cariño sin contacto, pero seguía recordando que nos robaron los abrazos.
Con el tiempo todo cambió, porque además de los abrazos también nos robaron las sonrisas, y entonces fue cuando aprendimos a utilizar mejor las palabras, los gestos con los ojos, los movimientos de las manos y las terapias volvieron a ser lo que eran, o por lo menos parecidas, contactando emocionalmente, aprendiendo juntos y acompañando en la comprensión, el desarrollo y la mejoría. Pero no se me olvida, lo sigo echando de menos, nos robaron los abrazos.
Los abrazos, son la parte más significativa de la relación terapéutica, que complementa las teorías y las técnicas y que fortalece el vínculo.
Mas de un año después, los sigo echando de menos, con la familia los hemos ido recuperando, hemos podido volver a sonreírnos alrededor de una buena comida, nos hemos vuelto a tocar y es maravilloso, pero en las terapias con mis chicos, chicas y familias, los sigo añorando, los necesito y espero que vuelvan pronto, porque creo que mis terapias son la mitad de efectivas , me siento impotente muchas veces y estoy deseando volver a abrazar al empezar las terapias, al finalizarlas, al compartir buenos y malos momentos y, sobre todo cuando nuestros caminos se separan gracias al alta terapéutica, pero nos robaron los abrazos y tendremos que seguir avanzando sin ellos durante un tiempo, que espero sea corto.
Espero que esto nos sirva para aprender a valorar la importancia de los abrazos, que muchas veces es la parte más significativa de la relación terapéutica, que complementa las teorías y las técnicas y que fortalece el vínculo terapéutico, tan relevante como fascinante, con el gran poder reparador de traumas y generador de alianzas sanadoras, que facilita el establecimiento de puentes, mejora la comunicación afectiva y que es un gesto tan ancestral como significativo, de este modo, nunca olvidaremos esta etapa tan extraña en que nos robaron los abrazos.
“He aprendido que hay más poder en un abrazo fuerte que en mil palabras significativas”. Ann Hood.
Efectivamente nos robaron los abrazos….
Gracias por expresarlo tan cercano.