¿Pero nuestro cuerpo, es a medida de nuestra mente? ¿Corresponde con nuestra identidad?
¿Qué es la identidad?, la identidad se define, como los rasgos y características que hacen única a una persona a lo largo del tiempo. Es un constructo subjetivo, una elaboración personal que se construye en interacción con los/as otros/as, dando paso a un amplio abanico de posibilidades cuya combinación nos hacen sentir y parecer de un modo singular en relación a los demás.
Identidad personal: Nombre, apellidos, DNI, huella dactilar…
Identidad cultural: Creencias, tradiciones, valores…
Identidad Nacional: Nación de la que formas parte.
Identidad de género: Percepción y manifestación personal del propio género, no siempre coincide con el género determinado genéticamente. Es la percepción que tiene uno mismo como ser sexual, las emociones asociadas y cómo nos mostramos sexualmente en el ámbito público.
Según la APA (Asociación de la Psicología Americana) en 2011, expone que la identidad sexual de una persona integra varios componentes:
- Sexo biológico: asignado al nacer, y que se determina a veces con dificultad, en base a hormonas, cromosomas y genitales, dando lugar al sexo femenino o masculino.
- Identidad de género, explicado anteriormente.
- Orientación sexual: atracción emocional, sexual, romántica o afectiva hacia otros/as.
- Expresión sexual: cómo mostramos nuestra sexualidad, con la forma de hablar, de vestirnos, de relacionarnos.
La combinación de todos esos componentes forma nuestra identidad como persona sexual, con sus mil posibilidades, y ninguna merece juicio, dado que son extraordinarias, pero lo más importante, es la tuya, la de los/as otros/as, la de tus hijos/as. Tan básico es el respeto hacia el descubrimiento de la propia identidad, como el respeto a la identidad sexual de los demás.
La identidad de género no siempre se corresponde con el género determinado en el nacimiento, y ello puede conllevar disforia de género, mal estar, angustia y dificultades funcionales. Como consecuencia, pueden darse diferentes trastornos asociados, como por ejemplo, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad, abuso de sustancias, o autolesiones entre otros. Y conlleva una toma de decisión que puede implicar desde la aceptación de la nueva realidad, hasta la transición de género, resolución que sólo uno mismo puede tomar, con orientación y apoyo.
Si nuestra identidad retiembla, nuestro mundo puede derrumbarse, y en el de un adolescente en construcción global de su personalidad y desarrollo físico y mental, ¿qué consecuencias puede tener?
Vivimos una era en la que todo se cuestiona, en la que nos invitan al inconformismo, al derecho a la queja constante, pero, ¿nos preparan para afrontar respuestas que no encajan con lo esperado, a “romper el molde”, a ser libres con y en nuestra propia identidad? ¿Acompañamos a nuestros/as adolescentes en este camino? ¿Nos educamos como padres /madres para hacer frente a esta nueva asunción de la identidad, cuya percepción es personal e intransferible? ¿Nos preparamos para afrontar la posibilidad del duelo que conlleva un cambio a este nivel?
Indispensable, la información, el asesoramiento por profesionales especializados, y por supuesto, el respeto.



