A veces, parece imposible llegarles, aun así, los/as adolescentes están deseosos/as de contarte, sólo tienes que encontrar el camino hacia su confianza.
Es importante ser cercano/a y compartir cosas de tu propia vivencia, para generar vínculo, seguridad y sobre todo, comprensión.
Laura Perls comentaba que ella compartía con sus pacientes de sí misma, siempre que pensará que lo expuesto podía ayudar a la otra persona a dar el próximo paso.
«No necesito nada, tú no sabes nada, no tienes ni idea…”
Hay que entender que, aunque nuestros/as jóvenes estén en un punto en el que a veces aparentan que lo saben todo, en realidad por dentro muchos/as son un mar de dudas e inseguridades, que tapan con esta falsa abundancia o suficiencia. Este caparazón expresado como: «no necesito nada, tú no sabes nada, no tienes ni idea…”
Es común la confrontación con las figuras parentales, esta vendría de su sensación estar a años luz de sus progenitores. No es tanto por la brecha de edad, cómo por un sentir que les hemos defraudado. Una especie de crisis de fe y de experiencia de engaño, porque el mundo que les prometimos a nuestros hijos/as cuando eran pequeños/as, es un mundo muchísimo más complejo y doloroso.
Nuestra intención y deseo como padres y madres siempre es de evitarles el sufrimiento y de que sean felices. Cuando descubren que el mundo es injusto, que el futuro laboral no está garantizado, que los/as amigos/as, a veces, te decepcionan y que se sufre por no ser aceptado/a por ellos/as mismos/as o por los/as demás.
La fase de separación y conflicto con padre y madre, es evolutivamente necesaria para descubrir quiénes son, ganar en autonomía y en independencia
Además de no ser fácil encajar, ni tampoco entender, qué no siempre los/as demás te van a querer por cómo eres y de manera incondicional, como cuando eras pequeño/a. Todo esto puede generar en los/as chicos/as una sensación de desconcierto, incomprensión y en muchos casos de soledad.
Esta fase de separación y conflicto con padre y madre, es evolutivamente necesaria para descubrir quiénes son, ganar en autonomía y en independencia. Inevitablemente sus progenitores han pasado de ser super-héroes de su infancia, a súper-villanos.
No se trata de ser sus colegas, porque realmente no esperan eso, pero sí ser entendidos/as, comprendidos/as y también limitados/as.
Darse cuenta de que los/as adolescentes ya no son niños/as es fundamental a la hora de comunicarse. Cuidando el no caer en algunos roles paternalistas que pueden vivir como imposición o que a veces les hacen sentirse ignorantes e incluso juzgados/as.
Conversar mucho, escuchar mucho, resolver dudas y compartir experiencias será, por tanto, necesario a la hora de tratar con adolescentes.
Nuestros chicos/as valoran mucho sus relaciones entre iguales, con quién comparten la mayoría de sus sentimientos, emociones y dudas. También necesitan identificarse con modelos a los que seguir, admirar o criticar.
Si queremos estar a su lado, tenemos que acercarnos a su mundo de inquietudes musicales, cinematográficas, políticas, gustos deportivos, redes sociales, series televisivas, etc… sin hacer valoraciones, ni juicios.
No olvidemos que también fuimos adolescentes y conviene pensar en qué necesidades reales teníamos en aquellos momentos.