«Pienso, luego existo», decía Descartes basándose en la razón.
Esa razón que tanto apodera a los padres en época de crianza.
¿En qué basar la razón para educar?
Partiendo de su significado filosófico,” la razón es la virtud que posee el ser humano para cuestionar, reconocer, comprobar conceptos, debatirlos, así como deducir o inducir conceptos diferentes a los que se domina”.
Qué bonito es razonar según esto, y qué bonito enseñar a razonar a nuestros hijos/as para afrontar los acontecimientos de su vida, pues nos invita al diálogo, tan necesario en esa época, la adolescencia, que de por sí nos desconecta de ellos.
NO – ¡PORQUE NO!
SI – ¡PORQUE SÍ!
ESTO – ¡PORQUE LO DIGO YO!
¿Por qué apoyarnos en esta “sin razón”?, tenemos argumentos de sobra para explicar y razonar con sus mentes abiertas y “esponjas” sobre lo mejor para su bien estar.
¿Qué tampoco les valdrá?, ¡Está claro!, les frustrarán nuestras razones, pero quizás les frustren menos, si les damos motivos que expliquen los límites que inevitablemente habremos de ponerles.
Explicarles una y mil veces lo que creemos mejor para ellos basándonos en la evidencia, es la mejor opción. Contraria, claro está, a la vida que ahora llevamos, llena de prisa, vacía de tiempo libre, estresados…
Como padres/madres os invito a hacer un esfuerzo extra, (y no quiero estresaros más) pero que nuestros hijos/as vean que dedicamos tiempo a razonar con ellos/as sus límites, libertades, intereses, así como los nuestros, propiciará la escucha.
No olvidemos que razonar, como bien dicen los sabios, es la capacidad que permite resolver problemas, y para trasmitir esa facultad a nuestros hijos/as, despleguemos alas y observemos desde la distancia, con perspectiva y proyección, nuestra adolescencia; intentemos entenderles, sin darles la razón si no la tienen, pero sin quitársela por el mero hecho de su inexperiencia, validemos sus emociones tan sentidas e intensas, también las hemos padecido, no es justo que ahora no las validemos. A nuestro lado podrán experimentar el vértigo con red.



