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Terapia de pareja

Terapia de parejaTerapia de pareja: «El amor se destruye, se falsea, al recontarlo. El amor es inenarrable, siempre se narra cuando ya ha pasado, y entonces está sometido a relectura, reajuste, cuando no revancha. El amor es inenarrable porque el tiempo del sentimiento y el tiempo del relato nunca coinciden…».

Isaac Rosa en Feliz final, 2018

La terapia de pareja es emocionante, a la vez que compleja. Conviene tener claro que un conflicto generado entre dos, no lo puede resolver uno/a  solo/a. Mejor denominada terapia de relación, Philippe Caillé en su libro «Uno más uno, son tres. La pareja revelada a sí misma», nos habla de la tercera parte que no podemos obviar, la relación.

Me centraré principalmente en los diferentes motivos por los que una pareja decide acudir a terapia y objetivos de intervención.

Hay parejas que vienen a solucionarlo o a separarse. La amenaza o ultimátum es: «o vamos a terapia o nos separamos». No siempre lo tienen claro o lo manifiestan de manera explícita. Puede ser que la decisión ya esté tomada y quieren hacer como que se dan una oportunidad.

En estos casos, el objetivo será desvelar el núcleo del problema, que hay detrás, que es lo profundo. Siendo importante saber por qué vienen en ese momento y cuánto tiempo llevan arrastrando un malestar. También contener a la pareja en su angustia y poder limpiar las heridas. Llegan dañados/as y en algún momento hay que hablar de las fracturas de la relación y de los cierres en falso. Aún más, cuando se quieren separar.

Los encuentros terapéuticos no pueden ser un arbitraje. Lo habitual es que la pareja venga en un conflicto y con una estructura de conflicto.

Lo ideal si tienen hijos es hacerlo lo mejor posible, porque tendrán relación parental de por vida. Para muchas parejas es más fácil separarse desde la rabia que desde el dolor. Cada finalización de pareja desencadena miedos y sensación de fracaso que se arrastran, por eso es necesario saber la historia de las parejas y de las rupturas.

Muchas parejas vienen como si fuera un juicio, esperando que les digamos quién lleva razón de los dos. Los encuentros terapéuticos no pueden ser un arbitraje. Lo habitual es que la pareja venga en un conflicto y con una estructura de conflicto. Dos polos, dos miradas donde creen que el otro/a está equivocado/a. La culpa es del otro/a y es el otro/a el/la que tiene que cambiar. En algún momento, una parte viene de acompañante, «vengo porque me lo pide, pero el problema es tuyo». Será interesante señalar los bucles o dinámicas que se establecen, para así pasar de lo lineal a lo circular. Ver cómo se retroalimenta el sistema. Ejemplo: “cuanto mayor es la demanda ella, más evita él. Ella se enfada y en consecuencia él se aleja más”. Tomar conciencia de las dificultades de cada uno/a y deshacer las interpretaciones falsas que se hacen, ya que constantemente interpretamos al otro/a en base a lo que significaría si lo hiciéramos nosotros/as. Nos cuesta entender que el otro/a piensa y siente distinto. Facilitar con ello, el desarrollo de la empatía.

La dificultad con la sexualidad, puede ser un primer motivo o que acabe solicitado. Demandas concretas como falta de deseo, dolor en la penetración, homosexualidad prohibida, insatisfacción, impotencia, vínculos edípicos, infidelidad… La búsqueda de ayuda suele ser individual, aunque corresponda a lo relacional. La sexualidad humana es sensible a aspectos emocionales, tanto actuales como del pasado. Lo que ocurre nos da pistas de lo que ocurre a nivel relacional, ya que el cuerpo no engaña.

La terapia de pareja abre posibilidades como que unos y otras puedan ver en directo cómo se sienten, cómo se comunican, quién habla, si se interrumpen… Todo sucede delante y el terapeuta puede, en instantes concretos, hacer de espejo.

Habrá que trabajar la confianza, especialmente si hubo infidelidades. La escucha y expresión de lo no dicho. La cordialidad y el respeto, en ese sentido pueden proponerse acuerdos como que no discutan hasta la próxima sesión.

La llegada de los hijos suele suponer una crisis porque se llevan la energía y el tiempo, y la pareja se queda sin espacio. La familia se come a la pareja, a veces la pareja se come la individualidad. Tres sistemas que necesitan su espacio y equilibrio, difícil de conjugar.

Frecuentemente aparecen problemas relacionados con el mito o con el ideal. Cuando los ideales difieren mucho. Por debajo puede estar el deseo de que el otro/a cubra mi necesidad, a veces infantiles como la protección, la seguridad, o el apego. Será necesario analizar los modelos vividos y referenciales, además de entender que lo que no nos dieron de pequeños/as, no nos lo va a dar nadie.

La terapia de pareja abre posibilidades como que unos y otras puedan ver en directo cómo se sienten, cómo se comunican, quién habla, si se interrumpen… Todo sucede delante y el terapeuta puede, en instantes concretos, hacer de espejo.

Programa Recurra-Ginso

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Mauricio Contreras

Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Experto en Psicoterapia Psicodramática con niños y adolescentes por la Asociación para el Estudio de la Psicoterapia y Psicodrama. Terapeuta Humanista Gestalt por la Escuela Madrileña de Terapia Gestalt.  Miembro del equipo del programa Recurra GINSO desde 2012. 15 años de experiencia conduciendo actividades en el ámbito del ocio y el tiempo libre con adolescente.

2 comentarios

  1. La terapia de pareja es fascinante.
    Gracias Mauri, por reflejarlo tan bien

  2. En el momento actual queremos que nuestra pareja nos de seguridad, identidad, confianza, amor, compañía y que a la vez nos haga vivir emociones, complicidad, risas, fogosidad… Muchas expectativas a cumplir para una sola persona. En terapia de pareja será importante analizan las necesidades e historias personales y como se ponen en juego en la relación.

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